ADN CULTURA / Diario La Nación
TESTIMONIO
TESTIMONIO
En su nuevo
libro, Miguel Bonasso analiza la continuidad velada de procedimientos de la
dictadura en la Argentina de hoy, en un texto que mezcla investigación con
memoria personal
Lo que no dije en “Recuerdo de la muerte”
MIGUEL BONASSO
Sudamericana
400 páginas
Jorge Urien Berri
Algún día tendremos que admitir que son demasiados los procedimientos de la dictadura que, maquillados y con un más hábil encubrimiento que antes, se repiten en democracia, y que esta oscura verdad no se debe a rémoras del pasado sino a algo que yace muy hondo en nuestra sociedad y sigue activo a 31 años de la recuperación de las instituciones democráticas.
Y precisamente, 31 años se cumplirán
en abril de la aparición de la
devastadora Recuerdo de la muerte,
aquella novela de no ficción o novela-documento donde Miguel Bonasso pintó el
horror de la represión y la ESMA. Ahora cuenta lo que entonces no quiso contar
o no pudo porque aún no lo sabía o no lo imaginaba. Por ejemplo, que para él,
hoy “la ESMA es una metáfora de la Argentina”, como adelanta al comienzo de
estas páginas que ajustan cuentas con el pasado y el presente mediante
denuncias y rescates, memoria, bronca y compasión desplegados con el ritmo y la
fuerza del maestro de la narración que es Bonasso.
Según el ángulo de abordaje que se
elija hay distintos caminos para describir y analizar la continuidad de la
dictadura entre nosotros, tema nada grato a muchos intelectuales y defensores
de los derechos humanos. El autor eligió el más gráfico, directo y obvio, el
del submundo de los servicios de inteligencia y su labor ilegal desde las
catacumbas de la dictadura hasta el presente, con la ex SIDE de Antonio Stiusso
y sus herederos, los servicios de Inteligencia del Ejército del general César Milani
y de la Policía Federal. Este “criptoestado”, como lo denomina empleando el
término de Norberto Bobbio, adquirió en estos días repentina notoriedad y se
llegó a afirmar, sin que nadie en la Justicia lo desmintiera, que algunas
importantes sentencias del fuero federal se resuelven en la ex SIDE.
Mediante la narración de sus
experiencias de ex montonero, periodista, escritor y diputado durante ocho años
hasta su ruptura con el kirchnerismo, Bonasso recorre numerosas ramas que se
abren del tronco del criptoestado e incluyen las cobardías del kirchnerismo y
sus aliados oportunistas, los saltos camaleónicos de políticos, empresarios y
periodistas reciclados después de comer de la mano de los militares. Evoca el
silencio periodístico que recibió Recuerdo
de la muerte en abril de 1984 y la oposición de varios de los 60
sobrevivientes de la ESMA y la de Hebe de Bonafini. Aquel libro rigurosamente
cierto, basado en la saga real del ex montonero Jaime Dri, también narraba
heroísmos y bajezas de los doblegados por la tortura o el miedo. El autor no
cuestiona al prisionero que simuló colaborar políticamente con los torturadores
sin entregar a nadie, o que entregó bajo tortura a compañeros y familiares,
sino al que “se había pasado de bando y salía a operar con el enemigo”.
Tampoco
tiene piedad con la dirigencia montonera a la que renunció en 1979, una
dirigencia infiltrada por los militares y que acogía en su seno a un traidor
como Rodolfo Galimberti que, asegura, tuvo una estrecha relación con Massera,
no así Mario Firmenich. Y como en una novela, narra cómo descubrió en Pinamar y
escrachó con la ayuda del periodista Alberto Viñas y otros colaboradores a uno
de los verdugos de la ESMA, Jorge Eduardo “el Tigre” Acosta.
Bonasso no tiene reparos en relatar
de qué manera lo engañaron conocidos personajes de la política que fueron
funcionarios de todos los gobiernos, incluido el militar, y cómo creyó en el
matrimonio Kirchner hasta que la política minera de Cristina en favor de las
multinacionales lo apartó definitivamente del oficialismo y lo llevó a escribir
El mal. El modelo K y la Barrick Gold.
Con amargura, concluye que el
peronismo, “que John William Cooke imaginaba como el ‘hecho maldito del país
burgués’, se ha trocado en ‘el hecho burgués del país maldito’.”
*Jorge Urien Berri es periodista del diario La Nación