En 1992, cuando España celebraba el Quinto Centenario
y los pueblos originarios maldecían el “descubrimiento” de la tierra que
habitaban, me junté a conversar sin prisas con Eduardo Galeano en un viejo café
de Montevideo. He aquí un resumen de aquel maravilloso encuentro. Vaya como
homenaje para el gran escritor que se fue pero nos deja su memoria del fuego.
La memoria en donde ardía, del admirado Quevedo.
Ni el estruendo que hace a nuestras
espaldas la máquina Express del viejo café montevideano apaga el eco de las
palabras de Eduardo Galeano: “Se reduce la realidad a la actualidad. A la
actualidad de los noticieros de televisión. Y los noticieros se van pareciendo
cada vez más a las telenovelas. En el penúltimo capítulo te enterás de que
Saddam Hussein era el hijo natural de Bush”.
Hay una cámara de video que espía
nuestra charla, que la registra para un programa especial sobre América Latina
que emitirá el Canal 4 de Londres. Pero logramos olvidarla, atrapados por el
diálogo y rodeados por el murmullo benevolente de los parroquianos del
Sorocabana.
El Sorocabana es uno de los últimos
reductos del Montevideo de las tertulias, que resiste –como un dinosaurio con
ojos de neón- el implacable cerco de las hamburgueserías y los fast food.
Acaso nosotros también somos
dinosaurios del ’68, empecinados en encontrar a Philip Marlowe en la mesa de al
lado, seguros de que la memoria sigue ardiendo “pese a lo jodido de este fin de
siglo”.
Galeano certifica costumbres comunes de
una misma generación rioplatense, hablando precisamente del escenario marrón,
humeante, pletórico de cucharitas, que nos arrulla.
“En Montevideo, que era la capital de
los cafés, ya quedan pocos lugares donde uno pueda sentarse con amigos a perder
el tiempo, que quizás es la mejor forma de ganarlo. El único modo respetuoso de
entenderse con el tiempo es tener el derecho de perderlo, de no sacarle el
jugo, de no convertirlo en fuente de ganancias, de sentirlo como algo que
transcurre al ritmo en que el humo del cigarrillo flota en el aire. Y este es
un lujo que parece ya imposible en las ciudades modernas. La agonía de los
cafés es la agonía de los lugares de encuentro en este fin de siglo. Un fin de
siglo que en nombre del individualismo está acabando con la vida individual”.
Fuera del café, en las calles aledañas
al puerto, las ventanas están tapiadas, en la ruina de los graneros crece la
hierba y los viejos deambulan, sonámbulos de nostalgia. Los jóvenes se están
yendo. Igual que en la Argentina, el otro país de la inmigración, se ha
consumado una triste parábola: los nietos y biznietos recorren el camino
inverso de sus abuelos.
Le digo a Eduardo que acabo de releer,
por enésima vez, Las venas abiertas de
América Latina. Su vigencia es otro pretexto para la conversación. Es un
diálogo fronterizo, cercado de aniversarios. Quinientos años de soledad, 20
años desde la publicación de “Las venas…”; un suspiro antes de que se acabe el
milenio. Las venas están cada vez más abiertas. “Ojalá el conde Drácula no
resucite –bromea Galeano- porque si resucita y ve como funciona el mundo, le va
a dar un complejo de inferioridad tan grande que ni un congreso de
psicoanalistas va a poder curarlo”.
El “mozo”, que debe tener como 70 años,
nos sirve innumerables “cortados”; le
gusta representar su oficio para la cámara. El boom del sonido planea sobre
nuestras cabezas, como en una película de la serie negra, y recoge estas
frases:
__ ¿No
pensás que los que gobiernan en América Latina nos confinan a un presente
absoluto, es decir a la ahistoricidad?
__Absolutamente. Es lo que te decía de
los noticieros. Tratan de desprendernos de la historia como si hubiéramos
brotado de la oreja de una cabra. Quieren borrar las huellas para que no sepas
de donde venís. Porque si no sabés de donde venís no vas a saber adonde vas. No
te vas a enterar de cual es tu otro destino posible. O sea que se vende la
actualidad como si fuera un destino y es un destino armado al modo de una
telenovela.
__Diría
que con un componente especialmente perverso, porque la libertad de prensa se
está convirtiendo en libertad de empresa. ¿Cómo cumplir con aquella premisa (un
poco cándida) de Albert Camus cuando proclamaba que el periodista “es el
historiador del instante”?. ¿Cómo ser historiador del instante en el instante
actual, con medios de masas controlados por grandes monopolios?
__Ese es el desafío…¿no? Es un lindo
desafío porque es verdad que hay una dictadura de la imagen única. Y no sólo en
América Latina sino en el mundo entero. Aparentemente nunca fue mayor la
multiplicidad, la diversidad entre los mensajes que se ofrecen, pero todos te
invitan a elegir entre lo mismo y lo mismo. En la guerra de Irak, por ejemplo,
todos consumimos las mismas imágenes y escuchamos la misma versión de esa
telenovela que tuvo un millón de extras y fue, sin duda, la mayor
superproducción de la historia de la tele.
__Pareciera
que ese mundo totalitario, imaginado por George Orwell en 1984, y que el
concibió como una crítica al stalinismo, estaría por realizarse,
paradójicamente, bajo el liberalismo. Pienso, en este final de siglo, que el
liberalismo es “el Hermano Mayor que nos vigila”…
__Yo creo que la obra nació de una
necesidad de Orwell de retratar la pesadilla de un universo gobernado
verticalmente por muy pocos. El era un anarquista que había regresado de la
Guerra Civil Española muy envenenado contra el stalinismo y con toda razón. Es,
básicamente, una crítica al stalinismo. Pero, como bien decís, se proyecta
sobre este mundo de fin de siglo. Ya las dictaduras stalinistas han caído
derribadas por su propio peso y, sin embargo, se proyecta con fuerza tremenda
la sombra del Hermano Mayor. Porque es cierto que hay un Hermano Mayor que te
dicta lo que debés sentir, lo que debés pensar, lo que debés querer, lo que
debés soñar. Y se lo dicta a miles de millones de consumidores dóciles.
Aparentemente este es un Mundo Libre (o así nos lo cuentan) pero es una
dictadura disfrazada. Del mismo modo que la libertad de mercado es un disfraz
de la dictadura del precio y el precio lo ponen muy poquitos.
__Desde
el siglo XIX nuestras sociedades han esperado mucho de sus escritores, incluso
respuestas políticas. Y nuestros escritores han respondido involucrándose en
política. Pero hoy, en este marco que estamos describiendo, en la aldea global
de la televisión, no son los escritores como vos los que cuentan con las
tribunas masivas. Son los Paz, o los Vargas Llosa…
__Sí, bueno, yo pienso que el sistema
dominante no tiene un pelo de bobo y no trabaja por su propia perdición, por lo
tanto tiene todo el derecho de suprimir las voces que molestan.
__Y
hasta el deber.
__ Claro. Y no se trata de la mía que
poco importa. Pero quizá hay voces que si resonaran con fuerza podrían
perturbar un poquito este orden presente que se siente destino, que está
disfrazado de destino. Que dice: “Así ha sido, así es, así será. Mañana es otro
nombre de hoy”. Entonces aparecen voces que dicen: “Mañana no es otro nombre de
hoy. Al futuro no hay que aceptarlo, hay que imaginarlo”. Y el sistema, claro,
no puede aceptarlo.
__Prefiere
decirnos, a través de Fukuyama, que hemos llegado al fin de la historia…
__... lo cual me parece un acto de
tremendo desprecio por la vida-viva. La vida-viva es asombrosa, cambiante, capaz
de locura. Y no me parece nada inocente ese acto de desprecio porque nos
condena a padecer el futuro como una repetición del presente. Y eso no lo puedo
aceptar por una cuestión de dignidad: me resisto a creer que los
latinoamericanos estemos condenados a ser sombra de cuerpos ajenos. Aquí la
historia no terminó; aquí la historia está empezando.
__Decías
hace un rato que esta época está destruyendo al individuo. La ciudad moderna es
elocuente al respecto. Y muy diferente, por cierto, de aquella que vos o yo
conocimos. Pero, ¿qué pasa con nuestros hijos? ¿En qué ciudades se mueven
nuestros hijos?
__La cultura contemporánea empuja a la
gente a la soledad y a la violencia. Es la imagen de la casa vacía en donde
sólo resplandece la pantalla chica y la voz del locutor sonando para nadie. Pienso
que ser niño, ser muchacho en las grandes ciudades latinoamericanas, es muy
difícil. Porque quién no está preso de la necesidad está preso del miedo. Acabo
de ver las últimas cifras: 15 millones de niños abandonados en nuestras
ciudades. Obligados a sobrevivir como puedan. O sea, obligados al delito. Que
es la única forma de ejercer la iniciativa privada que les está permitida. La
tele vomita un mensaje incesante de violencia y la calle también obliga a la
violencia. El que no está condenado a la violencia como asaltante está
condenado a la violencia como asaltado. O sea que no es solamente el drama de
los niños pobres que sobreviven a la carnicería que el sistema ejecuta…
__...ahora
también de manera explícita: se mata con balas a los niños callejeros de
Brasil…
__...o sin balas, porque de cada tres
niños que nacen en América Latina uno muere antes de cumplir cinco años. Y la
inmensa mayoría de los que sobreviven están condenados a ser delincuentes de
seis, siete o diez años. Están condenados a morir de bala o de droga. ¿Pero qué
pasa con los otros niños, con los que tienen el privilegio de tener techo,
comida, educación? Están presos del miedo en sus casas. En parte por la tele
que los atrapa y los induce, desde muy temprano, a ser miembros de la sociedad
de consumo, pero también por la violencia, porque las ciudades latinoamericanas
están enfermas de violencia. Así como están enfermas por traicionar a la
naturaleza. No se puede caminar. No se puede respirar. Son el escenario donde
se pone de manifiesto hasta qué punto el sistema es capaz de despreciar a la
gente. Son también la expresión de la copia. Por eso, cuando viene algún amigo
de Europa o de Estados Unidos a filmar un documental sobre el subdesarrollo
latinoamericano y me pregunta dónde puede encontrar las imágenes del
subdesarrollo, le suelo decir que filme lo que pasa a la vuelta de su hotel.
Porque el subdesarrollo se manifiesta con mayor crudeza en nuestras ciudades,
que son una copia deforme del modelo de civilización urbana impuesta desde el
Primer Mundo. Es como confundir a un niño con un enano, ¿verdad? Se parecen,
pero no son lo mismo. ¿En qué consiste entonces el subdesarrollo? En la
incapacidad de desarrollo, En la imposibilidad de hacer, en el miedo de nacer,
de vivir, de cambiar. Es lo que te obliga desde chico a pensar con cabeza
ajena, a sentir lo que no siente tu propio corazón y a ser incapaz de caminar
con tus propias piernas. Te amaestran para la parálisis y después te venden las
muletas.
__O
las bondades de la economía informal, como propone Hernando de Soto…
__ Sí, las bondades del “arréglate como
puedas” frente a un sistema que es incapaz de garantizarle trabajo a la gente
que nace. Por eso yo tengo esperanza en un desarrollo que no tiene nada que ver
con la copia, es una esperanza que nace de la certeza de que la gente _como
dice un gran cantante brasileño_ nace para brillar y no para morirse de hambre.
Creo en eso y no en la esperanza falsa de los que nos dicen: “Si se portan bien
van a poder ser ricos en dos mil años”. Porque América Latina lleva cinco
siglos en la cola esperando.
__Y
todo llevaría a pensar que los próximos cinco siglos que están por empezar en
estos días pueden ser más de lo mismo.
__Depende de lo que los latinoamericanos
nos propongamos. Si lo que nos proponemos es trabajar por nuestra propia
perdición, imitando modelos de desarrollo que nos invitan a envenenar el aire,
a envenenar la tierra, a envenenar el agua y a envenenar el alma, entonces
estaríamos condenados a repetir la historia en lugar de hacerla. Pero ése no es
el destino. Esa es la maldición. Y esa maldición la podemos romper, porque no
proviene de los dioses o de los diablos, proviene de una historia que hizo la
gente y que la gente puede deshacer. Podemos acabar con el maleficio si
recuperamos el mensaje de Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, el loco
Rodríguez, como lo llamaron, que solía decir: “O inventamos o estamos
perdidos”.
__Tal
vez, pensando en la Cumbre de la Tierra en Río, convendría preguntarse si habrá
otros 500 años.
__Bueno, es que se comienza a tomar
conciencia de que estamos gobernados por un sistema que es cada vez más enemigo
de la naturaleza y de la gente. Y esta enemistad no es nada nueva, por cierto.
Está cumpliendo en estos días cinco siglos. En América nace con la Conquista,
cuando el culto a la Naturaleza es condenado como idolatría. Porque las
culturas indígenas que vivían en América practicaban una comunión con la
Naturaleza, que a partir de ese momento se convirtió en pecado. Y recién ahora
estamos empezando a entender cuán acertados estaban aquellos seres semidesnudos
que los europeos consideraron ignorantes y salvajes.
…....
Salimos del café. Caminamos. Nos
sentamos en un banquito de madera, vemos a esos pibes que la pisan y la pasan,
buscando al crack que quisimos ser nosotros. La pelota va y viene sobre el
pasto charrúa. Pica y salta, como las palabras. Va de la exportación de piernas
a la de cerebros. A esa dictadura del “vivir hacia afuera y no hacia la
satisfacción de nuestras propias necesidades”. El puerto bosteza a lo lejos.
“Acabo de recorrer Sudamérica –comento- y la gente no quiere volver a las dictaduras militares, pero tampoco entiende porqué se tiene que joder tanto con esta clase de democracia”.
“Acabo de recorrer Sudamérica –comento- y la gente no quiere volver a las dictaduras militares, pero tampoco entiende porqué se tiene que joder tanto con esta clase de democracia”.
Eduardo Galeano asiente, rememora.
“¿Sabés lo que me dijo una vez un habitante de una villa miseria de Buenos
Aires?: ‘Nosotros creemos en la democracia pero la democracia no cree en
nosotros”.
“El problema latinoamericano –agrega-
es que la economía no es democrática. Uno puede gozar de libertades políticas,
pero esas libertades políticas a la larga chocan contra el muro de la dictadura
económica que la mayoría padece trabajando 12,15,18 horas para ganar por debajo
de lo que necesita para sobrevivir. Y este modelo que ahora nos venden como
receta milagrosa de salvación no hace más que multiplicar la pobreza, como si
generar pobres fuera nuestro destino”.
__Al
tiempo que América Latina tiene algunos de los ricos más ricos del mundo…
__Cinco brasileños en la lista de las
cien fortunas del mundo…
__...seis
mexicanos en la lista de Forbes, o sea que también hay un Norte dentro del Sur.
__Y un Sur en el Norte. Porque el Norte
necesita utilizar mano de obra barata y el Sur proporciona esclavos, que son el
talón de Aquiles del Norte porque a la larga va generando contradicciones.
Llega un momento en que el Norte deja de necesitar esa mano de obra barata que
venía a limpiar la mierda en las ciudades opulentas y ocurren estallidos como
el de Los Angeles.
__Para
no hablar de los estallidos que ocurren en el Sur. En Caracas, por ejemplo.
Porque los grandes partidos populares de otra época (como el PRI de México,
Acción Democrática de Venezuela o el peronismo de Argentina) son precisamente
los que están llevando a cabo la reforma neoliberal más drástica. Los que están
desmantelando esos Estados Tutelares que ellos mismos crearon.
__Es verdad. Los autores del prólogo
son también los autores del epílogo, en un libro que habla del Estado como un
instrumento que muy poquitos utilizan en nombre de la mayoría y en contra de la
mayoría. El Estado, en América Latina no es público como se dice, el Estado es
privado. Al Estado hay que desprivatizarlo. Y eso nos lleva de la mano a un
tema que yo creo que es muy importante, que es el tema de la impunidad de los
políticos. Nosotros luchamos contra la impunidad de los militares; yo integré
en Uruguay la comisión que organizó el referéndum que perdimos y que se
proponía impedir la impunidad de los militares. No me arrepiento de haber
luchado para que la democracia no se asentara sobre un pantano de mugre y
olvido pero te digo que si es muy grave la impunidad de los militares, no es
menos grave la impunidad de los políticos. Y de la impunidad de los políticos
no hablamos nunca. Hay que hablar de esos políticos que desde el llano prometen
una cosa y desde el poder ejecutan todo lo contrario. Bien se dice que en estas
tierras el poder es como un violín que
se toma con la izquierda y se toca con la derecha. Estaba leyendo ahora lo de
Michoacán en México y veo que un tipo dice: “Yo voto por el PRI porque es más
práctico”. Veo que un cacique local dice: “Las mujeres y las urnas están para
ser violadas”. Bueno, creo que son frases reveladoras del nivel de corrupción a
que se ha llegado. En el gobierno de Brasil se han batido todos los récords. La
Comisión Investigadora de Collor revela que se han robado 1200 millones de
dólares en un año y medio. Es un record mundial. Como las corruptelas que
rodean al gobierno de Menem. La democracia latinoamericana está ensuciada de
corrupción. Y yo me pregunto ¿cómo es que impunemente se puede pecar contra la
esperanza? Porque, al fin y al cabo, la democracia es una esperanza colectiva,
no es un negocio privado de cuatro señores.
__La esperanza…No abunda en estos tiempos la esperanza. Al menos muchos intelectuales latinoamericanos han caído en un profundo escepticismo, en una total desesperanza que les hace dar la espalda a su pasado y hundirse en las señales apocalípticas del fin de milenio. No parece ser tu caso, Eduardo…
__La esperanza…No abunda en estos tiempos la esperanza. Al menos muchos intelectuales latinoamericanos han caído en un profundo escepticismo, en una total desesperanza que les hace dar la espalda a su pasado y hundirse en las señales apocalípticas del fin de milenio. No parece ser tu caso, Eduardo…
__No sé cuál será la experiencia tuya;
Miguel, pero para mi la esperanza es una cosa que tengo cuando me despierto,
que pierdo en el desayuno, que recupero cuando recibo el sol en la calle y que
después de caminar un rato se me vuelve a caer por algún agujero del bolsillo.
Y me digo: ¿Dónde quedó la esperanza? Y la busco y no la encuentro. Y entonces,
aguzando el oído, la escucho ahí, croando como un sapito minúsculo, llamándome
desde los pastos. La tengo, la vuelvo a perder. A veces duermo con ella y a
veces duermo solo. Pero yo nunca tuve una esperanza de receta, comprada en una
tienda de corte y confección, una esperanza dogmática. Es una esperanza viva y,
por lo tanto, no sólo está a salvo de la duda, sino que se alimenta de la duda.
….
Nos despedimos frente al río-mar que compartimos. Aquel, borgeano, “de sueñera y de barro”. Alguien grita: “¡Corte, a comer!”, y nos vamos. Se queda el río.
….
Nos despedimos frente al río-mar que compartimos. Aquel, borgeano, “de sueñera y de barro”. Alguien grita: “¡Corte, a comer!”, y nos vamos. Se queda el río.
Miguel Bonasso
Montevideo, agosto de 1992.