De curros y espías

Lo que no dije en “Recuerdo de la muerte” (Sudamericana, 2014), de Miguel Bonasso.

Por Rogelio Demarchi
22/12/2014 La Voz del Interior

rdemarchi's pictureEn 1984, a pocos meses de la recuperación democrática, Miguel Bonasso provocó un sismo con Recuerdo de la muerte , un libro sin igual que narraba cómo un detenido-desaparecido había sobrevivido a la Quinta de Funes, en Rosario, y la Esma: Jaime Dri no sólo podía testimoniar el horror de esos campos de concentración, sino, además, relatar el actuar de un grupo de exmontoneros que había pasado a colaborar con la Marina de Massera.

A 30 años de distancia, Bonasso publica Lo que no dije en “Recuerdo de la muerte” (Sudamericana, 2014) y provoca nuevos cimbronazos. La sorpresiva reestructuración de la conducción de la Secretaría de Inteligencia anunciada esta semana podría estar, en parte, influida por este libro.

Vale aclarar que el propio Bonasso reconoce que ha elegido un título ambiguo. “Lo que no dije” podría señalar lo que en su momento se calló, por prudencia o censura, pero en realidad apunta a lo que “no podía o no quería imaginar en diciembre de 1983”, cuando concluyó la escritura de aquel libro: la triste suerte que correría la democracia, los turbios negocios que se realizarían bajo la bandera de los derechos humanos, hasta el punto de que la Esma se convertiría en “una metáfora de la Argentina”, que es lo que este texto intenta demostrar.

“En este libro voy de sorpresa en sorpresa: al investigar los nexos tenebrosos entre el pasado y el presente, no dejo de encontrar presuntas casualidades que en rigor resultan causalidades. Fenómenos aparentemente dispersos, unidos por los nexos del Criptoestado”.

Un criptoestado es lo opuesto a un Estado democrático y republicano: este debe ser transparente, los actos de gobierno deben estar al alcance de todos los ciudadanos. Un criptoestado, en cambio, actúa “de espaldas a la sociedad civil, tapando y no revelando el accionar concreto del poder”.

En ese inventario tenebroso que elabora Bonasso, se destacan: departamentos secretos de la Policía Federal que han seguido perfectamente activos en estos 30 años para dedicarse a investigar agrupaciones políticas, gremiales y sociales; espionajes y contraespionajes cruzados, antes y después de las denuncias sobre el “Proyecto X” de la Gendarmería; operaciones de prensa, políticas, judiciales; robos, aprietes y balaceras a domicilios de personajes molestos, y hasta algunos sospechosos suicidios y asesinatos; lazos familiares que vinculan a integrantes de las fuerzas de inteligencia con las oficinas de algunos jueces; el ya inocultable pasado dictatorial de quien dirige hoy el Ejército, el general Milani; la transformación de un exfuncionario de Inteligencia en abogado defensor de Amado Boudou; la participación de famosos espías en una red de prostitución; los negocios que habilitó el traspaso de la Esma de la Nación a la Ciudad de Buenos Aires y su posterior devolución; y cómo Rafael Bielsa tuvo que desdecirse de su insólito relato sobre su cautiverio en Funes a partir del momento en que debió testimoniar en varias causas judiciales.

En consecuencia, el libro de 
Bonasso permite entender qué une las dos palabras clave que deja el discurso político de esta semana: si en el diccionario del poder “curros” y “espías” remiten la una a la otra, no es sólo porque se han convertido en la doble cara de los derechos humanos, sino porque definen, además, una trama de corrupción e impunidad.

Publicado en la edición impresa de La Voz del Interior
http://www.lavoz.com.ar/temas/de-curros-y-espias


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