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Agustín Rossi, Cristina Fernández de Kirchner y César Milani |
El ministro de Defensa Agustín Rossi lo sentenció con la misma contundencia con que solía cerrar sus discursos parlamentarios: “Ninguna de las situaciones que tienen que ver con la situación judicial que pudiese tener el general Milani han sido causales de esta decisión. La renuncia es estrictamente personal”. Falso, el asesino del conscripto Alberto Agapito Ledo renuncia por una decisión judicial muy pesada que ha tenido poca trascendencia, pero apenas oculta un dato que puede resultar letal a varios simuladores de este gobierno: la comisión de delitos en el presente para ocultar los crímenes del pasado. Algo que parece de Dumas: el retorno de un fantasma desaparecido hace cuarenta años que regresa para causar la ruina de su asesino y marcar a fuego a quienes lo han encubierto, ensalzado y elevado a la jefatura del Ejército.
En declaraciones a Radio del Plata, la emisora que compró el Grupo Electroingeniería, un consorcio sólidamente ligado al flamante candidato Carlos Zanini, el ministro Rossi agregó sin ruborizarse: “El general entendió que había llegado al final de su ciclo”. Es curioso, se ve que los ciclos del militar son mensuales, porque el 29 de mayo pasado, en ocasión de celebrar el Día del Ejército, presidiendo un desfile que contó con cinco mil efectivos y 30 helicópteros, el teniente general se mostró exultante y agradecido al “proyecto nacional que nos trasciende” y favorece con un reequipamiento que incluye sofisticado software destinado al espionaje. Por si fuera poco, agradeció personalmente a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner por “apoyar en esta nueva etapa”.
No parecía, ciertamente, un guerrero fatigado, al borde de una renuncia “basada en aspectos exclusivamente personales” ni un funcionario ansioso por jubilarse. Salvo que se entendiera por “aspectos exclusivamente personales” los cruentos bombardeos a los que lo ha sometido su cuñada, la ex diputada peronista Clara Waite que ha sepultado a “Nenino” calificándolo de “perverso” y “un hombre de la escuela de Videla”.
Como ocurrió con su par, el espía “Jaime” Stiuso, la abrupta cesantía de Milani fue presentada como una pacífica decisión absolutamente “personal”, para nada vinculada según Agustín Rossi a las causas por crímenes de lesa humanidad perpetrados por aquel subteniente de 23 años, ni a su reciente y espectacular enriquecimiento inexplicable. El poder en este país no tiene nada que ver con renuncias ni “suicidios”.
Rossi miente: algo muy podrido amenaza explotar en la causa Ledo. Debe ser muy serio, porque los espías del Ejército, están asustados y han redoblado sus habituales amenazas a las víctimas y sus letrados.
EL EXTRAÑO CASO DEL TESTIGO QUE SE DIO VUELTA
A las dos menos diez del martes 23 de junio, mientras la noticia de la renuncia sacudía al país, un mensaje tenebroso resonaba en el teléfono de la madre de María Elisa Reinoso y Viviana Sonia Reinoso, las abogadas riojanas de la madre y la hermana de Ledo. Según un comunicado de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, “al levantar el tubo se escuchó un saludo y luego una marcha militar hasta el final de la llamada”.
Según la Liga “un hecho similar había ocurrido hace unos tres meses, a las tres de la mañana de un día en que las abogadas habían viajado a Tucumán a presentar un escrito por el caso en cuestión. Otras veces hemos denunciado que por mandato del General Milani, el abogado defensor (empleado del Ministerio Público de la Defensa) había pretendido impugnar la matrícula de las abogadas en un claro gesto intimidatorio”.
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Agustín Rossi y César Milani |
Ni estas y otras múltiples amenazas y presiones, como el extraño llamado a un diálogo privado entre el secuestrador de Alberto Agapito Ledo y la hermana de la víctima Graciela Ledo, gestionado por el servicial periodista Fernando Oz, han sido esclarecidas, ni siquiera investigadas por las autoridades competentes. Nadie aclaró, por ejemplo, el extraño robo de documentos clave vinculados al Caso Ledo que los desconocidos de siempre perpetraron en el auto de un funcionario judicial riojano, en febrero pasado, justo cuando parecía inminente el llamado a indagatoria del militar.
Mientras Milani se exaltaba en los podios castrenses con el “proyecto nacional y popular”, brotaban nuevas causas vinculadas al genocidio y al centro de desapariciones y torturas que funcionaba en el Batallón 141 de Ingenieros de la Rioja, anudando cada vez de manera más estrecha el lazo sobre el escurridizo oficial de inteligencia.
Todavía resonaban los ecos de la encendida arenga pronunciada en el Día del Ejército, cuando el periodista y gráfico Oscar Schaller, que ya había declarado como testigo en la Causa Ledo, se presentó como querellante para impulsar un nuevo proceso contra Milani por “privación ilegítima de la libertad y tormentos” que sufrió cuando apenas tenía 19 años en el Batallón 141. El padre de Schaller, Plutarco Schaller, uno de los “históricos” del diario “El Independiente”, que primero fue secuestrado y luego sufrió años de prisión “legal”, es también otro fuerte acusador de Milani.
La nueva querella, fue iniciada ante el juzgado federal de La Rioja, por los abogados del Centro por los Derechos Humanos (CeProDH), Matías Aufieri y la diputada por el frente de Izquierda, Myriam Bregman, que llevan en sus alforjas algunos documentos decisivos y terribles para incriminar al genocida que renunció por “razones personales”.
Pero lo que puede unir pasado y presente en un escándalo explosivo es el caso del testigo que se dio vuelta.
Graciela Ledo me lo había contado en privado en mi casa, hace varios meses, pero lo dijo con todas las letras y ante 300 personas el 8 de mayo pasado, cuando con ella, Myriam Bregman, la senadora Norma Morandini y el presidente de la Asociación de Detenidos Desaparecidos, Carlos Lordkipanidse, presentamos en la Feria del Libro mi último trabajo “Lo que no dije en Recuerdo de la muerte”, que me valió la amenaza de “Jaime” Stiuso.
El lector interesado puede ver y escuchar a Graciela aquí
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Miguel Bonasso y Graciela Ledo |
Pero Páez –en una verdadera escena de “El Padrino”- se dio vuelta y compareció ante la Cámara federal de Apelaciones de Tucumán…¡ofrecido por la defensa del general!
Graciela no le dio muchas vueltas al cambio abrupto operado en el testigo, como puede apreciarlo al lector en el video de la presentación. O lo amenazaron, o lo compraron o (lo más posible) combinaron la amenaza y el soborno.
Las letradas de la querella, María Elisa Reinoso, abogada de Graciela Ledo y Adriana Mercado Luna, representante de su madre Marcela Brizuela, denunciaron a Páez por falso testimonio. En las audiencias del 13 de agosto y el 16 de octubre de 2014 advirtieron, además, gruesas contradicciones del testigo veleta. También el fiscal general Gustavo Gómez sostuvo que Páez había mentido en dos oportunidades.
“En la declaración del 13 de agosto, Páez dio detalles de que es lo que hacía Ledo y donde lo hacía, afirmando que él estaba incorporado a la Compañía B y Ledo a la A, mientras que en la declaración del 16 de octubre de ese año, Páez expresó que no había conocido a Ledo. La segunda mentira ocurrió cuando Páez ubicó a Milani como jefe suyo. El (testigo) denunciado expresó en la declaración de agosto que el (entonces joven) oficial Milani pertenecía a la Compañía B, pero de acuerdo con los registros existentes en el expediente principal, queda claro que, en 1976, Milani integraba la Compañía A en la que revistaba Ledo y no en la B, donde revistaba Páez.”
Estas declaraciones del Fiscal General, fueron incorporadas por la Cámara a su trascendental fallo, que ordena investigar al testigo de MIlani por falso testimonio.
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Marcela Brizuela de Ledo |
En las audiencias participó el fiscal federal número 1 Carlos Brito que ha solicitado –hasta ahora sin éxito- que el juez federal Nº1, Carlos Bejas, cite a prestar declaración indagatoria al “renunciado” Milani.
Brito está convencido de que Milani encubrió los crímenes de lesa humanidad que se perpetraron contra el soldado y falsificó el sumario de deserción, que encima de todo deja a la víctima como si fuera un ladrón que se llevó pertenencias del Ejército.
En marzo, el juez Bejas se negó a tomar la indagatoria solicitada por el fiscal Brito, a pesar de que en la misma causa ya está procesado el ex capitán Esteban Sanguinetti que aguarda el fallo en el calor de su hogar.
¿Se atreverá ahora Bejas a convocarlo a indagatoria? ¿Lo decidirá la Cámara de Apelaciones ante la cual ha recurrido el fiscal?
Por ahora se escuchan marchas militares en los teléfonos de las abogadas de la querella y mentiras descaradas del titular de la Defensa, el fugaz candidato a Presidente, Agustín Rossi.
Miguel Bonasso
Buenos Aires, 25 de junio de 2015.